El cuerpo humano usa dos principales fuentes de energía. Estas son la glucosa y la grasa. La glucosa está en el torrente sanguíneo y se almacena en forma de glucógeno en los músculos y en el hígado. La grasa se encuentra en el tejido adiposo, en los ácidos grasos y tiene muchas funciones en el cuerpo.
Qué es la flexibilidad metabólica.
La flexibilidad metabólica es la capacidad del organismo para optimizar el consumo de energía, pasar de consumir glucosa a consumir grasa y viceversa. Entre mayor flexibilidad metabólica desarrollemos, nuestro organismo será más saludable, y tendrá una mayor sensibilidad celular a la insulina, lo que se traduce en mantener un peso adecuado.
La actividad física promueve la flexibilidad metabólica, pero esto depende de la intensidad.
Si la actividad física no es tan intensa, en un largo período de tiempo, la fatiga muscular llega más tarde y habrá un mayor consumo de grasa. Lo cual es bueno, porque se construye músculo y se elimina grasa.
Por el contrario, si se aumenta la intensidad del ejercicio, se consume solamente la glucosa y se quema menos grasa. Sin embargo, a mayor flexibilidad metabólica, el cuerpo se vuelve más sabio en el uso de la energía.
La importancia de potenciar la flexibilidad metabólica.
Cuando una persona tiene poca flexibilidad metabólica, su cuerpo se acostumbra a servirse especialmente de la glucosa como fuente de energía. Incluso en presencia de grasa, el organismo elegirá la glucosa como primera alternativa. Por lo que se tiene como resultado un exceso de masa grasa y desequilibrio hormonal, una constante sensación de hambre, una mayor fatiga y una reducción en el rendimiento energético.
Por otro lado, si se logra una buena flexibilidad metabólica, se es capaz de usar la grasa como fuente de energía. Si se ha consumido un alimento rico en grasa o en hidratos, el metabolismo va a usar los dos combustibles de manera adecuada. Si se está llevando a cabo ejericio, el metabolismo va a saber acceder a la grasa en menor tiempo.
Cómo mejorar la flexibilidad metabólica.
Hay tres puntos clave para mejorar la flexibilidad metabólica.
- La alimentación,
- el ejercicio y
- el ayuno intermitente.
Bajar de peso (sólo en caso de ser necesario) puede mejorar la resistencia a la insulina, facilitando pasar a la quema de glucosa.
La alimentación, para ello, debe ser rica en vegetales, en proteina magra, como carne, pollo, pescados y grasas como aceite de oliva, aguacate y mantequilla. Es importante no restringir ningún grupo de alimentos por tiempo prolongado. No se trata de comer menos alimentos, sino de comer alimentos de calidad, lo menos procesados posible.
Por otro lado, es clave hacer ejercicio físico. Esto mejora la función en las mitocondrias, facilitando de esa manera que se pase a la quema de grasa. Lo que se busca con el ejercicio físico es entender y mejorar las facetas de la flexibilidad metabólica. Estas dos facetas son pasar a quemar grasa cuando se está quemando glucosa y pasar a quemar glucosa cuando se está quemando grasa. Si no se tiene una buena flexibilidad metabólica, en lugar de quemar grasa, esta se va a almacenar en el cuerpo. A la vez que se pueden tener niveles muy altos de glucosa o de insulina.
El ayuno intermitente es una práctica que puede ayudar a mejorar la flexibilidad metabólica. Aunque parezca algo complicado, esto se refiere simplemente a dejar unos períodos de horas prolongados para que el cuerpo tenga un mejor proceso de desintoxicación y limpieza. No comer durante la noche es un buen inicio.